H. Gough, en
la entrevista realizada por A. Bazin tras un concierto de Presénces Électronique (2013)
|
Los
grandes museos no tienen espacios adecuados [para exhibir el arte sonoro]. Las
salas de exposicones tradicionales son una pesadill acústica en toda regla y
los comisarios no tienen ni idea de lidiar con una disciplina que vive un auge.
C. Marclay (Marclay expone actualmente “The clock” en el
museo Guggenheim de Bilbao.)
El
ejercicio no presencial número 5 se plantea en torno a las ideas de “diseño
sonoro” consiste en realizar un
detallado relato sonoro basado en una narración ideada por el equipo que
utilice como única materia sonidos
pregrabados y efectos sonoros elegidos expresamente para configurarlo. Se
trata de una obra de 5 minutos de duración construida en base a sonidos
extraídos de una paleta sonora, entendidos como los colores de una paleta
gráfica.
El relato
que plantea el Equipo Poe narra las incidencias del desplazamiento de una
pareja desde una zona campestre (Artxanda) hasta la ciudad (Bilbao) con el
objetivo de escuchar un concierto de música (“la llamada de la música”): el
viaje en el funicular, el encuentro con una manifestación, la llegada en
tranvía al Guggenheim, en el momento en que comienza a funcionar la “Fuente de
Fuego” de Y. Klein y, finalmente, los primeros momentos de preparación de una
actuación musical en directo en el kiosko próximo al Museo. Si la música
desencadenante de la acción era la nerviosa pieza electrónica “The Radar” de R.
Ikeda, al llegar al destino tras el viaje por la ciudad, nos encontramos nuevamente
en un ambiente apacible, ante un concierto de jazz.
Éste es el
resultado:
Como referentes hemos tenido, en primer lugar la obra Wochenende (Fin de semana) de Walter Ruttman (1928), “una película sin
imágenes, una narrativa discontinua basada en las imágenes mentales proyectadas
solamente por sonidos (…) que abrió nuevos caminos y anticipó la estética de
movimientos como el de la Música Concreta.” (Kac, Eduardo, 2010, p. 2)
El
segundo contexto del trabajo es el concepto “paisaje sonoro” que desarrolló
Murray Schafer, centrado en la preocupación por el entorno sonoro y muy
precisamente, en la relación entre arte y vida. Siguiendo a Schafer, realizamos
un esquema en el que marcamos los puntos de inflexión, los hitos sonoros, así
como el paso de una zona de alta definición (el campo) a otra de baja
definición (la ciudad).
Hemos pretendido
una narración clara para cumplir el objetivo de que, en una futura presentación
en clase, los asistentes sean capaces de comprender, sin conocer el título de
la obra y sin disponer de ninguna información adicional, cuál es el sentido del
relato sonoro que han escuchado.
Al igual que en los demás ejercicios colectivos, elaboramos un dossier donde describimos el proceso. Puede
consultarse en el siguiente enlace: